Esta semana dedicamos nuestro post Barocca-mente al discurso que pronunció el duque de Alba en 1924 sobre sus colecciones de pintura barroca y su procedencia.
El tema elegido para su discurso
Proyecto para la galería de arte del Palacio de Liria
El 25 de mayo de 1924, el XVII duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart Falcó, fue admitido como miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. La ceremonia de admisión fue protagonizada por el discurso pronunciado por el mismo duque en el que quiso dar a conocer las obras de arte diseminadas por España que, bien por herencia o por título, formaban parte su patrimonio. La adhesión del marquesado del Carpio, el condado de Monterrey, el conde-ducado de Olivares, el condado de Lemos y otros títulos a la Casa de Alba a lo largo de la historia, permitió recoger gran cantidad de información sobre el mecenazgo artístico de los mayores coleccionistas del Siglo de Oro en un solo archivo. El Archivo de los Duques de Alba, de este modo, compiló gran cantidad de documentos sobre las obras de importantes artistas como Diego Velázquez, Anton Van Dyck o Guido Reni, que el duque decidió reseñar ese día. El patrimonio que hizo constar a través de los inventarios históricos era realmente heterogéneo y basculaba desde escultura antigua y pintura gótica, hasta el Neoclasicismo; pero, sin duda, el grueso de esos bienes lo constituía la pintura del siglo XVII, nacional e internacional, anticipando la revalorización del Seicento en la crítica del país, que por estas fechas se focalizaba en la pintura barroca española, siguiendo la corriente nacionalista.
En su alarde de generosidad y su deber dar a conocer su patrimonio a la sociedad, compartió también un proyecto del XIV duque de Alba (1794-1835) para la realización de una galería pública dedicada a las Bellas Artes que debía ser construida en el Palacio de Liria de Madrid, por el arquitecto Isidro Velázquez, pero que nunca llegó a construirse. Para ella trajo el duque 70 cajones con objetos artísticos con el objetivo de que los artistas y aficionados a las artes pudieran estudiar y adelantar sus conocimientos gracias a los modelos que podrían imitar.
¡Gran pensamiento, de positivo y ventajoso fruto para el Arte, si hubiera llegado a realizarse!”
Procedencia de los Rubens de Loeches
Rubens, Abraham y Melquisedec, c. 1625, State Art Museum de Florida
Rubens, Adoración de los Magos, c. 1625, Museo del Louvre
En el recorrido que el duque realizó durante su discurso de los sitios destacados pertenecientes a la Casa de Alba, cita los jardines de la Abadía y de Piedrahita, palacios de Alba de Tormes, de Peñaranda y de Monterrey de Madrid, en el Paseo del Prado, y numerosos conventos como el de las agustinas recoletas de Salamanca. Sin embargo, se centró especialmente en el monasterio de madres dominicas de Loeches.
La fundación del conde duque de Olivares cuya iglesia fue dedicada a la Inmaculada Concepción de la Virgen, contiene un retablo mandado labrar en Italia en 1687 por orden del marqués del Carpio y decorado con 16 pinturas de Rubens, Veronés y Tintoretto. Las pinturas fueron sustraídas por el General Horace Sebastiani de la Porta durante la Guerra de la Independencia española, saliendo del país para no regresar. Los seis de Rubens, que ahora se reparten entre el museo del Louvre, la National Gallery de Londres y el State Art Museum de Florida, se conservaban en la Galería de Westminster, en las fechas en las que duque da su discurso. Estuvieron colocados en el frontispicio del altar mayor El Triunfo de la Religión y un cuadro de Abraham y Melquisedec. La parte baja del altar mayor estuvo decorada con cuatro cuadros más pequeños cuya temática fue el Descanso de la Huida, la Adoración de los Reyes, la Sagrada Familia y el Nacimiento, obra que el duque de Alba remite como perteneciente en origen a la colección del marqués del Carpio.
Nacimiento, Cuadro de Rubens de 5/4. Robado con otros quince del convento de Dominicas de Loeches por el general Sebastiani
Nueve años más tarde Gregorio Marañón escribió sobre la amistad que unió al conde duque de Olivares y a Rubens, y sobre las obras del pintor flamenco que Felipe IV regaló a su válido para su fundación, siguiendo aquello que habían afirmado historiadores como Antonio Ponz o Gerónimo Cruzada Vilaamil en los siglos precedentes. Sin embargo, omitió la nueva información que había proporcionado el duque de Alba, a pesar de que, efectivamente, encontramos una Natividad, de Rubens, en el inventario realizado tras la muerte del marqués del Carpio, en 1687. Actualmente, se admite la posibilidad del origen señalado por el duque, aunque no contamos con suficiente respaldo documental.
Absorción de otras colecciones
Velázquez, Venus del Espejo, 1647, National Gallery de Londres
La Casa de Alba constituye una de las mayores fuentes de patrimonio artístico de España, contando con las colecciones de los demás títulos nobiliarios que fue entroncando. En el siglo XVII tuvieron palacios y castillos en casi todas las regiones de España, adornados con objetos suntuosos, a los que habría que añadir las miles de joyas que encierran las capillas e iglesias de las fundaciones de sus patronos. Durante el discurso, el duque de Alba dio a conocer los inventarios conservados en el archivo de su casa tocantes al gran patrimonio artístico que produjo el Siglo de Oro español; es decir, las colecciones del VI conde de Monterrey, el VII marqués del Carpio, el I conde-duque de Olivares, el IX conde de Lemos y el VI duque de Veragua. Destaca entre las obras maestras que recopiló la casa de Alba cuadros de Rafael, Tiziano, Van Dyck, y la Venus del Espejo de Velázquez, citada en el inventario de bienes de la marquesa del Carpio en 1669. La obra es una de las más señaladas durante el discurso, haciendo referencia a los últimos estudios sobre la pieza como el de Aureliano Beruete quien rebatió las noticias dadas por otros historiadores (Antonio Ponz, Pedro Madrazo, Carl Justi, Curtis y Stirling) sobre la procedencia, asegurando que el cuadro viene de la propia Casa de Alba por el matrimonio de doña Catalina de Haro y Guzmán, condesa-duquesa de Olivares y marquesa del Carpio, con el duque de Alba en 1688.
El discurso no podía finalizar sin el sincero agradecimiento del conde de Romanones por la generosidad del duque del Alba al compartir tanta información inédita:
Hoy ante nosotros ha expuesto, escudriñando en el archivo de su Casa, lo que a esta deben las Bellas Artes españolas.